Nuestra historia y eventos en la casa

EVENTOS EN LA CASA...

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Venta de ropa hecha en India y degustación de comida

Isla Elefanta y Casa del Arrabal

Emocionante concierto ofrecido por Clara Pedregosa Nieto, violín e Israel Ruiz Hernández viola.

Concierto de violín y viola

Casa del Arrabal

Casa del Arrabal, participa ofreciendo descuentos a los asistentes del curso de Responsable de Proyecto Terapia Asistida con Perros

workshop Responsable Terapía asistida con perros

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Del 12 al 14 de abril de 2024

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La Casa del Arrabal de Montefrío te ofrece la oportunidad de alojarte en una de sus varias habitaciones con vistas. Vistas a un paisaje natural y arquitectónico excepcional, como acredita el hecho de que, en 2015, la célebre e icónica revista National Geographic incluyera a Montefrío en su selecta nómina de los diez pueblos con mejores vistas del  mundo. Pero también podrás disfrutar de una habitación con vistas a la historia y al encuentro de culturas. Porque al recorrer las calles de Montefrío, declarada Conjunto Histórico Artístico en 1982, y los caminos de su término municipal te toparás con hermosos vestigios de todas las civilizaciones y pueblos que, al paso lento de los siglos, se han asentado en este territorio prodigioso.

El misterio evocador del conjunto arqueológico de Las Peñas de los Gitanos permite al viajero contemplar dólmenes y otros poéticos vestigios que dan fe de la presencia de íberos y turdestanos desde una época que se pierde en las brumas de los milenios. Y si nos alejamos apenas un kilómetro y medio, en dirección al arroyo de Milanos, nos toparemos con el puente romano que formaba parte de una calzada sobre la que se sustentaba una importante ruta que unía las montañas malagueñas con el norte de la Bética y que discurría por los alrededores de lo que los romanos llamaban Mons Frigidus, es decir, claro, Monte Frío. Pero será la época musulmana, que comienza a partir del trascendetal año 711 y de la que contamos con más fuentes y testimonios,  será la que marque impronta en el poblamiento y futuro desarrollo arquitectónico de Montefrío, Montefrid para los antiguos historiadores andalusíes.

La Casa del Arrabal anida a los pies de la antigua fortaleza musulmana , construida en  1352 durante el reinado de Yusuf I de Granada. Esto determinó que la población que vivía en el cercano núcleo, de origen romano, de Hiponova, se fuera trasladando a Montefrío, al amparo de la estructura amurallada recién levantada. Montefrío se convirtió así en parte del sistema defensivo de la frontera noroccidental del reino de Granada. A los pies del castillo se desarrollaría el hoy llamado arrabal, hermoso barrio desde donde es posible contemplar, entonces y hoy, el impresionante paisaje de los tajos, que a la vez constituyeron la principal defensa natura de la población ante incursiones que pretendieran atacarla en un hipotético avance hacia la capital del reino, Granada.

Las amenazas cristianas, desde el vecino y cristiano reino de Jaén, arreciaron, aunque sin éxito, sobre todo a partir del reinado de Juan II de Castilla (1406- 1452). Para prevenirlos, junto al castillo, se construyeron diversas torres ópticas que se comunicaban, entre sí y con diversas fortalezas, mediante señales luminosas. Muchas de ellas siguen en pie y pueden ser también contempladas por el viajero.

Pero, inevitablemente, el sistema defensivo nazarí del que formaba parte la fortaleza de Montefrío convertirían a la villa en uno de los escenarios de la última etapa de la Reconquista, la que en una década, entre 1481 y 1492, llevaría a los Reyes Católicos a conquistar el reino de Granada y a proclamar solemnemente, con toque de campanas, la toma de su capital el 3 de enero de 1492. Aquella ceremonia fue la culminación de una guerra larga y sangrienta que había comenzado en diciembre de 1481 como una de tantas escaramuzas de frontera entre cristianos y musulmanes.  El rey Muley Hacén, padre del célebre y desgraciado Boabdil el Chico, rompiendo una tregua que tenía concertada con los Reyes Católicos, asaltó la fortaleza de Zahara, cerca de Ronda, matando a buena parta de sus hombres y esclavizando a mujeres y niños. Los Reyes Católicos, no menos implacables, no tardaron en tomar represalias y ocupar, en marzo de 1482, Alhama, en el corazón del reino nazarí y a tan sólo ocho leguas de su capital, Granada.

Al poco Muley Hacén puso sitio a Alhama, fracasando dos veces en su intento por recuperarla, lo que no hizo sino encolerizarlo más. La escaramuza se había convertido ya en una guerra de fatales consecuencias para la dinastía nazarí. Los avances cristianos se verían favorecidos por la guerra civil que dividiría pronto a los granadinos entre los partidarios de Muley Hacén y su hermano y heredero, El Zagal, por una parte, y el hijo del  primero, Boabdil. Éste último caería prisionero de Fernando el Católico hasta en dos ocasiones, de quien aceptaría en 1483 un tratado de protectorado que le haría en la práctica, durante buena parte de la guerra, su aliado.

Aquel mismo año de 1483 los Reyes Católicos pusieron en marcha una estrategia basada en el desarrollo de varias operaciones bélicas de desgaste, entre las que cabe incluir la incursión dirigida por el conde de Cabra sobre Montefrío, en el mes de junio, encaminada a arrasar los campos circundantes. Sin duda el punto de inflexión para que la balanza de la guerra se inclinara a favor de los cristianos tuvo lugar tras la conquista de Loja en 1486, a la que siguió el mismo año la de Illora, Moclín,  Colomera , el Salar y Montefrío. Tras estas conquistas quedaron en manos cristianas las riquezas agrícolas de la vega granadina y el control de las comunicaciones con Málaga.

Pero con la caída de Montefrío, que ha de considerarse en el contexto de la conquista  de las villas de Guadahortuna, Montejícar, Iznalloz, Colomeras, Moclín e Íllora,  los Reyes Católicos se aseguraron un poderoso sistema defensivo. Las siete poblaciones fueron convertidas en villas, pasando a contar cada una de ellas con guarniciones militares bajo la jurisdicción de don Fadrique de Toledo, su Capitán Mayor.

Con la conquista cristiana pronto comenzaría a mutar la fisonomía de la villa de Montefrío. Uno de los primeros efectos arquitectónico de los nuevos tiempos fue la orden de los Reyes Católicos de construir en la antigua fortaleza musulmana una iglesia, la de la Encarnación, cuyas obras estuvieron acabadas en 1507. A comienzos de la década de 1540, y como síntoma del crecimiento demográfico y económico de la villa, se pensó en renovarla y ampliarla. Entonces se encargaron las obras al autor de la mismísima catedral de Granada, Gil de Siloé. Las obras del proyecto definitivo comenzaron en 1549 y acabaron en 1570. Nació así la Iglesia de la Villa cuya belleza gótico- renacentista aún podemos hoy contemplar y a cuya sombra se encuentra la Casa del  Arrabal. La iglesia sería abandonada por los fieles en 1767 cuando un rayo cayó sobre ella durante la misa, sin ocasionar más víctimas que, según cuenta la tradición, la cola de un desafortunado perro.

Si, desde la Casa del Arrabal, paseamos la vista desde la antigua fortaleza árabe hasta los tejados de Montefrío, nos robará la atención la cúpula de la nueva iglesia de la Encarnación, que vendría a sustituir en las devociones de los vecinos de la villa a la atacada por el rayo canicida. Inspirada en el romano Panteón de Agripa, se construyó a caballo entre los siglos XVIII y XIX, entre 1786 y 1802, en vísperas de una nueva invasión, la napoleónica en este caso.

Pero Montefrío no sólo fue tierra de frontera entre cristianos y musulmanes, también se ha convertido,  gracias al poder evocador de su belleza paisajística, arquitectónica y humana en un inesperado puente con Japón. En 1981, mientras España daba sus primeros y titubeantes pasos por fin por el camino de la democracia a la europea, llegó a Montefrío el profesor y fotógrafo japonés Yoji Oyama. A esta visita de Oyama y su cámara siguieron otras cinco, que tendrían por resultado exposiciones fotográficas en Tokio y Yokohama que darían lugar a una verdadera montefriomanía entre los nipones. Comenzó la década dorada del turismo japonés en Montefrío, a donde innumerables parejas vinieron a casarse bajo el influjo de la belleza de las fotografías de Yoji Oyama. Este fervor renacería a comienzos del siglo XXI, sobre todo tras la publicación de Los cien pueblos más bonitos de España (1998), de Osama Takeda, cuya portada fue ocupada por una vista de Montefrío, culminando, en el otoño de 2012 con el hermanamiento de la villa granadina con la ciudad japonesa de Nasu, en la prefectura de Tochigi.

La Casa del Arrabal, sus habitaciones con vistas a la historia y sus patios encastillados desde los que escuchar el eco de culturas pasadas y presentes, es, sin duda, el refugio en las alturas que necesita el viajero para reposar e inspirarse.